domingo, 2 de marzo de 2014

Recuerdos de un miedo


Y de repente, ocurre. Estás sola, tumbada en tu cama escuchando música que relampaguean por los auriculares, con las mejillas surcadas de lágrimas preguntándote qué es lo que has hecho mal. Cierras los ojos, cansada de que siempre seas tú la que luchas, cansada de la presión que siente tu pecho, cansada de cómo la imágenes se repiten una y otra vez, casada de ese horrible sentimiento que no te deja continuar, que te estruja como si te quedaras sin aliento.
Y es ahí cuando abres los ojos y gritas: ¿¡Por qué?! Te levantas de la cama, te pones delante del espejo y te observas. Tienes los ojos hinchados y morados; la nariz y mejillas encendidas, el pulso te va a mil por hora, la sangre fluye de todas partes y te tocas la cara y el pelo con manos temblorosas; preguntándote por qué eres tan estúpidamente estúpida, qué haces en este maldito mundo si tan solo haces llorar, sentirte pequeña, incomprendida y amargada.
Comienzas a gritar al maldito espejo y a arañarte la cara, porque nadie te oye, nadie te entiende, nadie te quiere... Arrojas cosas contra el suelo; no importa todo el ruido que hagas, pues no hay nadie. Estás completamente sola, tú y tu dichosa alma.
Para finalizar tu pequeña locura, lloras tan dolorosamente que sientes que sientes desfallecer y caes al suelo rendida, esperando a que alguien venga a ayudarte; pero te quedas ahí tendida con frío y sin consolación.
No hay risas que valgan, ni recuerdos hermosos, ni sueños, ni deseos. Tan solo este odioso sentimiento: miedo.
Eres pequeña y frágil y lo sabes. Necesitas ayuda, pero en tu fuero interno solamente te tienes a ti misma. 
Intentas calmar tu respiración, pero no puedes. Es ta inmenso el dolor, que te faltan alientos de dragón para recuperarte...

Mrs.D.L

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