jueves, 7 de agosto de 2014

Capítulo X

Monasterio de San Pablo
Holanda, Países Bajos
2013





"No daba crédito a lo que estaba viendo y viviendo. ¿Me acababa Leoni de dar la mano como dos completos desconocidos? Estaba tan aturdido que cuando Kaylee fue a saludarme reaccione segundos más tarde.

- Perdona, me he despistado un momento.

- Sí, es normal, suele pasar cuando vas de viaje. Un placer conocerte Nathaniel, soy Kaylee. La nov...- se calló un momento y miró a Gianluca.

- Ya nos ha visto besándonos, se lo conté. Mira que eres tonta, a veces dudo sobre si eres o no rubia- soltó una carcajada nervioso y recibió doble codazo. Por parte de la hermana y si chica.

- Espero que te encuentres mejor Nathaniel. Cualquier cosa que necesites no dudes en decirme.

Asentí con la cabeza algo ruborizado y por el rabillo del ojo pude ver como los hermanos se abrazaban y se daban un beso en los labios. Cosa que me dejó atónito. 
Hasta ahora no me había fijado en lo bajita que era Leoni, Gianluca a su lado le sacaba dos cabezas y media. Les volví a mirar. A decir verdad, Gigi también era muy alto y robusto, intimidaba a cualquiera que fuera a conocerle.
Anduvimos hasta salir del aeropuerto y montamos en el coche de Leoni. Ni sabía que tenía carnet y eso me agradó. Sonreí para mis adentros.

- Ponte tú de copiloto, por favor.- su voz sonaba hasta más dulce en persona, era increíble.

Gianluca y yo fuimos a guardar las maletas en el maletero y con una sonrisa curva preguntó:

- ¿Todo bien? No seas tímido, aquí nadie te va a comer a menos que tú quieras.- me guiñó un ojo y yo me volví a poner colorado en seguida.

- Sí, sí. Siempre me corto cuando hay nuevas personas.

- Bah, eso se arregla luego. Nos vamos de fiesta y listo.

Puse los ojos como platos y el interpelado volvió a las carcajadas. Me mordí el labio inferior para contener la risa.
Era muy agradable subir al coche y notar como olía a su perfume. Tenía un búho colgado en el espejo delantero y un ambientador pequeñito. La música a medio volumen y todo sumamente limpio y fresco.

- Por cierto, prefieres que te llamen Nathaniel, Nathan o...

- Nathan. Nathan está bien, no te preocupes.- sonreí.

Alzó una ceja y colocó la punta de la lengua en el colmillo derecho. Arrancó el coche con sigilo. Era muy cuidadosa y sobre todo si todavía tenía la "L" puesta en la parte izquierda de atrás.
El tráfico de Holanda era horrible. Los coches estaban demasiado juntos y las motos se saltaban los carriles como si no estuvieran. Al menos, las bicicletas iban muy tranquilas y no ponían en peligro a nadie.
Me había quedado petrificado con el sabor del aire de allí, el color tan verde de los árboles, las esculturas tan bien vistas y grandes, que volví ha tardar en reaccionar cuando dimos un frenazo en seco.

- ¿Pero es usted gilipollas? ¡Si tiene prisa vaya por el carril izquierdo por el amor de Dios! - gritó a pleno pulmón la rubia y acto seguido bajó Gianluca del vehículo hecho una furia y golpeó con brusquedad la ventanilla del conductor.

Con la vista algo borrosa, me fijé en como arrugaba la frente y la vena se le hacía más marcada.
Alarmado y algo nervioso me quité el cinturón de seguridad y bajé del coche apresurado. El hombre estaba bajando la ventanilla cuando llegué y pude rodear con el brazo el cuello de mi mejor amigo.

- Disculpe, señor, pero no puede intentar acelerar de esa manera por el carril derecho a una velocidad de más de ochenta cuando tienes delante a una joven con una "L" puesta. Un poco más y hubiésemos acabado estampados en esa valla de ahí delante.

El hombre tragó saliva unas cuántas veces y las manos le temblaron.

- Tienen razón. Yo... lo siento muchísimo. Voy con prisa, tengo una reunión y necesito llegar a tiempo. Si pudiera ayudarlos en algo, estarí...

- Sí, de hecho puede hacerlo.- interrumpió Gianluca y me echó hacia atrás.- Cuatro mil euros por daños psicológicos. Ha estado a punto de que mi hermana muriera al volante, de que este señorito que ve aquí le suba la tensión y su enfermedad aumente, a que mi novia perdiera a mi hijo y yo matarle si eso hubiera llegado a pasar. Mil por cabeza y dele gracias a Dios que no le cuento el de mi hijo.- mintió.

El hombre asintió con la cabeza con puro nerviosismo y sacó un cheque de su maletín negro. Los coches empezaron a pitar con desesperación y yo mientras tanto no podía dar un paso a causa de mi asombro.
A día de hoy no podía creer como Gigi era cura si mentía cada dos por tres. O yo estaba muy perdido en su vida, o no me enteraba ni de la mitad.
Ambos firmaron el papel, se despidieron y él tuvo que arrastrarme de vuelta.

- ¿Qué ha sido eso? ¿Nos han multado?.- preguntaron al unísono.

- ¡No! ¡Muchísimo mejor que eso! Nos acaban de dar mil euros a cada uno.

Las chicas pusieron la misma cara de estupefacción que y tenía hasta hace un momento y Gianluca no podía parar de reírse.
El conductor de atrás nos pitó y fruncía el ceño a modo de enfado. Nos abrochamos de nuevo los cinturones y Leoni arrancó con rapidez.
Mientras que Gigi le contaba o sucedido a su familia, yo hice oídos sordos y me quedé pensando en aquel hombre. Me recordó tanto a mi padre... No estuvo un solo día en el hospital ni tampoco en la despedida de hoy. Sé que tiene millones de qué haceres en su trabajo, pero no comprendía por qué estaba más fuera que dentro y ni siquiera hacía una llamada al mes u mostraba un ápice de interés.
A veces solía pensar, que las cartas que me envió al principio de mi ingreso en el monasterio no las hizo él, sino su secretaria... Sacudí la cabeza y volví al presente.
La pareja hablaban en voz baja y Leoni canturreaba de vez en cuando. Yo seguía contemplando aquel paisaje, el cuál era uno de los más bonitos que había visto desde hacía tiempo.

- Oye gordita, ¿cómo están papá y mamá? ¿Y los chicos? ¿Y tu grupo?

- Pues están comprando la cena de esta noche. Los chicos os están esperando como locos, van a venir a cenar; y en el grupo estamos genial. Mañana vamos a la radio y a ver qué tal.

- ¿Cantas? - pregunté sin darme cuenta.

- Ehm, sí. Ellos hacen rap y yo la melodía. Es una mezcla de voces, suena bonito.

A medida que iba hablando, su rostro se iluminaba, como si la luz de la luna solo la bañase a ella con sus rayos plateados y su sonrisa se hacía notar más. Era admirable la forma en la que disfrutaba hablando de su trabajo como músico y el interés que le ponía al mostrarme algo suyo.
Me relajé algo más en el asiento y dejé que cada nota me transportarse al mundo que ella sentía cuando dejaba que la música traspasase por sus venas.
Tras 03:34 minutos, me giré hacia ella y le miré embobado.

- ¿Eso... eso es vuestro? - se me adelantó Gianluca quitándome la pregunta de la boca.

- Todo nuestro.- contestó sonrojada.

El hermano se incorporó más hacia delante y le apretó los hombros con suavidad.

- Eso ha sido increíble. Wow... Como pongáis eso en la radio, la gente van ha alucinar. ¿Cómo se llama la canción?

- A World Forever With You.

Ella y yo cruzamos una mirada y sentí cómo el corazón me latió deprisa.
Respiré hondo y dije:

- Apoyo a tu hermano. Es una canción cargada de sentimientos. Espero que lleguéis lejos.

Se ruborizó al instante y yo con la gacha esbocé una pequeña sonrisa.
En cuestión de segundos llegamos a la casa y pongo énfasis a la palabra "la casa" porque aquello era una pequeña mansión ante mis ojos.
Aparcó el coche en la entrada y yo boquiabierto saqué las maletas.
Todo, absolutamente todo tenía un color especial.
La calzada era inmensa de tono grisáceo, el tejado de un gris más oscuro junto a algunas manchas amarillas, las ventanas blancas de las buhardillas se notaban desde lejos, la puerta principal en forma de arco y negra, los farolillos de alrededor, los ventanales, el banquito, las plantas, la mesita de la entrada, el enorme árbol que hacía sombra y el espacioso porche que le acompañaba la casa.
Sin palabras para describir aquello... parecía todo un sueño, la típica casita de abuelos que dejan de herencia o de familiares ricos.
De repente giré la cabeza hacia Gianluca y pregunté:

- ¿Sois ricos?

-¿Te miento o te digo la verdad?

- ¿Tú qué crees? .- le dediqué una cara de pocos amigos.

- Hmm, ¿un pelín? - se mordió la lengua.

- ¿Un pelín? ¡Madre mía estáis forrados!

Todos se rieron y yo junto a ellos. Estaba completamente alucinando.
Anduvimos hasta la entrada de la casa y Leoni le hizo el honor de que Gigi abriera su casa después de tanto tiempo.
Nada más un paso allí, un olor a limón llegó hasta mi olfato. Para mi gusto quizás era un poco fuerte, pero resultaba extrañamente apetecible hasta cierto punto. Supongo que sería demasiado pesado si volviera ha decir que todo y cuanto me rodeaba era de lo más lujoso que había visto en toda mi vida. El salón, la cocina, los baños, el patio, las habitaciones... eran tan maravillosas y espléndidas que no podía dejar de estar pasmado.
Llegamos a la habitación de Gianluca, que como no, era lo más parecido a una suite de un hotel. La pared blanca, con los muebles en tono madera, un aire acondicionado y debajo de él un espejo que a su vez se convertía en armario, lámparas escondidas como decoración encima del cabecero, cuadros en la mesita de noche con su familia y su novia, una alfombra perfectamente colocada debajo de la cama, sábanas blancas a juego con las almohadas y dos de los cuatro cojines, los otros que sobraban era azules como la tela, y a lo lejos un oso grande de peluche junto a más fotos, cartas y regalos con Kaylee.
Sonreí. El lado tierno de Gigi me gustaba. Sabía que en el fondo era todo un romántico.

- Ponte cómodo. Estás en tu casa. A mis padres y amigos les vas a caer genial. Cuando estés listo podemos bajar.

Volví a mirar a mi entorno y asentí con la cabeza. Estábamos doblando y guardando la ropa cuando sin precio aviso oímos:

- ¡Suéltame! ¡No, no, para por favor!

Salimos corriendo de allí y en mitad de las escaleras nos encontramos a Leoni junto a un chico algo más alto que ella, fuerte y delgado, con una melena corta negra, de nariz alargada y marcada, de labios carnosos y acentuados, con un lunar en la parte izquierda debajo del labio inferior, el cuál le hacía más sexy aún y para muy a mi pesar, de ojos azules grisáceos hipnotizantes. Llevaba una camiseta negra de tirantes, con un collar parecido a un alambre de color negro también, vaqueros cortos ajustados y unas Vans del mismo tono que la camiseta. 

- ¡Eh! ¿Pasa algo?- cortó rápidamente Gianluca cuando el otro fue a besarla y ella se reía de forma coqueta.

- No, solo estábamos jugando. Yo también me alegro de volver a verte Gentile.- su voz era grave y pude notar algo de rencor en ella. No me dio buena espina.

Se besaron delante de mis ojos. Desvié la mirada incómodo y el corazón me dio un vuelco. Esto sí que no me lo esperaba.
¿Por qué nunca en sueños me había contado que tenía novio? ¿Por qué no se acordaba de mí? ¿Qué es lo que había cambiado en tan solo unas horas?
Bajaron las escaleras y yo algo indeciso, le pregunté a Gigi el tiempo que llevaban juntos, a lo que respondió:

- Un año, pero cortan y vuelven y así día tras día. Es un gilipollas. Ya te contaré más tarde.

Durante la cena conocí a los encantadores padres de Gigi, a sus amigos y el ambiente que había allí. Disfruté muchísimo con los bailes, el champán de bienvenida, la música, las risas, la cena... oh sí, aquella y deliciosa cena. Pero aunque quisiera fingir que estaba perfectamente, por dentro la cabeza no paraba de darme vueltas y de hacerme preguntas cada dos por tres. 
¿Y si Leoni resultase no ser la chica con la que había estado soñando todo este tiempo? ¿Y si realmente estaba fingiendo? ¿Y si jamás volvería a soñar con ella? ¿Y si...?

- Deja de preguntar tanto y dime como has llegado hasta aquí sin avisar antes."

Dorian


Missy Slyon

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